domingo, 23 de mayo de 2010

Estrella

Comenzando un nuevo Blog en el que publicaré mis historias, no se me ocurre una forma mejor de comenzar que con una de mis historias más conmovedoras, esperando que lo disfruten.





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No sé muy bien lo que pasa a mi alrededor, no logro comprender todo el mundo que me rodea, sólo sé una cosa, mi madre es la más bella del mundo, mi madre es la mejor de todas, siempre tan carismática y agradable con todos, siempre tiene una sonrisa que dar aunque muchas veces esté triste.

Es alta —o quizás yo la veo alta porque soy muy pequeña—, su cabello es falsamente rojo pero hermoso como nunca he visto. Sus ojos son de un negro profundo, su boca siempre está pintada de rojo y su cara es eternamente de porcelana. Cuando sea grande quiero ser hermosa y genial como mi madre.

Mi hermana mayor no piensa como yo, se lleva muy mal con mi madre, siempre están peleando por cosas que no siempre entiendo. Creo que mi hermana puede estar celosa porque mi madre se lleva muy bien incluso con personas de la edad de mi hermana. Y mi hermana no tiene muchos amigos, creo que es porque le tienen miedo, ella siempre viste de negro, su maquillaje es siempre del mismo color oscuro, es increíblemente pálida y lleva el cabello largo, liso y negro. A veces a mí también me da miedo, por eso no hablo mucho con ella.

Mi madre casi siempre está ocupada, trabajando para nosotras, dice ella. Así que sacando cuentas yo no hablo con casi nadie. En la escuela no tengo amigos, siempre estoy sola, los padres de mis compañeros de clases regañan a sus hijos si se acercan a mí, yo creo que es porque no soy tan linda como mi madre, mi cabello es castaño y no es liso, cuando lo peino se vuelve un nido de pájaros, no me gusta. Yo no soy blanca como mi madre o mi hermana, yo soy un poco más morena, además nunca me maquillo, debe ser por eso que no tengo amigos, por eso, cuando sea grande, quiero ser como mi madre y tener muchos amigos.

Uno de esos días en que mi madre estaba discutiendo con mi hermana fue el día que mi vida dio un giro inesperado, algo que yo no quería que pasara.

—¡Yo lo he dado todo por ustedes, a pesar de no haber estudiado, a pensar de no saber hacer nada más que esto! —gritaba mi madre— ¡Y no quiero que pase lo mismo contigo o con tu hermana!

—No pasará —dijo mi hermana en tono fuerte y seguro.

Mi hermana salió de la habitación de mi madre cerrando de un portazo, pasó a mi lado y fue hasta su habitación, recogió muchas cosas y las metió en una maleta. Mi madre salió de su habitación y siguió a mi hermana, ésta ya estaba en mi habitación recogiendo mis cosas. Yo fui y miré toda la escena desde la puerta, quería quejarme, ¿por qué estaba recogiendo mis cosas sin permiso? A ella le molestaba mucho cuando yo tocaba sus cosas, pero sabía que en situaciones como esta no debía abrir mi boca.

—Si sabes lo que nos conviene, no me detendrás —le dijo mi hermana a mi madre en tono autoritario.

Miré hacía mi madre, ella nunca le dejaba a mi hermana hablarle de esa manera, no sin que ella respondiera con gritos como hasta hace un momento. Pero no, mi madre no estaba gritando, estaba teniendo una reacción muy diferente a esa, estaba llorando. Silenciosa y calladamente estaba llorando.

Mi hermana recogió las dos maletas y las metió en un taxi que había estado esperando afuera todo el tiempo.

—Con o sin tu ayuda saldré de esto —dijo cuando estaba en la puerta—, pero juro que le daré una mejor vida a mi hermana.

Y entonces me tomó a la fuerza y me metió en el taxi, yo grité y rabié, le pedí ayuda a mi madre, le pedí que no me dejara ir, le dije que quería estar con ella, que quería ser como ella, que ella era la mejor madre de todas, pero ella no se movió, no vino a rescatarme de mi hermana que me estaba secuestrando.

No sabía que iba a pasar de ahora en adelante, sin mi madre.

Tiempo después, me dí cuenta que lo que era mi madre era despreciado por muchos, que la elegancia que yo siempre vi en ella no era más que una vulgaridad para los demás. Poco a poco comprendí los sentimientos de mi hermana aunque no me era tan fácil cambiar la vieja idea de que tenía de mi madre. Mi hermana jamás me habló mal de ella, y sólo me dijo la verdad cuando yo se lo pedí. Incluso me contó que mi madre nos había ayudado por mucho tiempo luego de que nos fuimos de casa, nos mandaba dinero y con eso mi hermana se ayudaba hasta que había sido totalmente independiente.

Mi madre murió joven y, aunque ejercía la prostitución, para mí siempre será un ídolo al que quiero imitar; no por sus cosas malas, sus errores o malas decisiones en la vida, sino por lo gran madre que siempre demostró ser conmigo, por esos consejos que me subían el ánimo cuando llegaba triste del colegio, por los ratos en que me ayudaba con mis deberes y por los momentos en que se dedicaba conmigo a mirar las estrellas y contarme lo maravilloso que era el mundo, pero que había que tener cuidado con las personas con malas intenciones.

—¿Sabes por qué hay tantas estrellas en el cielo? —me preguntó un día.

—No. ¿Por qué, mamá?

—Porque hay una para cada uno de nosotros, hay una para ti también, puedes hablar con ella cuando no sepas a quién acudir, puedes pedirle que vigile tus pasos y siempre sabrás que la estrella estará junto a ti.

Mi madre fue mi eterna estrella, vivió toda su vida siento mi estrella, murió y fue al cielo a convertirse en esa pequeña luz que alumbra todas y cada una de las noches.




Laura González.

21-10-2009

2 comentarios:

  1. Hola Lauri!!! me impactó la historia. Que buena obra, me gustó mucho. Rescata ese ideal de mami super que todos tenemos de chiquitos. Te felicito por el contenido y el diseño del blog. Estaré siguiendo novedades!! Un besote y un abrazote bien argentinos!!

    Darmeliana

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  2. Gracias, Darme =D!
    Qué gusto que te haya gustado mi historia, veré si pongo alguna otra a ver si también la disfrutas.
    De cualquier modo, si quieres, puedes pasarte por mi devianArt (está al lado derecho en los links)
    Saludos~

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